Esto no tiene nada que ver con la boda pero si no lo cuento reviento.
Habíamos quedado la suegra de la novia y yo en ir a ver una casa para alquilar. No estaba cerca, teníamos que coger el coche y tal.
Como viene siendo habitual le recuerdo a la suegra de la novia que lleve las gafas. Oye, Margarita, coge las gafas. No me hagas lo de siempre. Que vamos a ver una casa no a palparla. No se te olviden.
Damos unas cuantas vueltas un poco perdidos hasta dar con el edificio. El propietario nos esperaba y enseguida estábamos dentro. No estaba mal la casa, para mi gusto, pero tampoco estaba terminada y no nos convencieron las promesas de acabar en plazo breve. Lo cierto es que la casa tenía un diseño a la vez atrevido y sobrio pero con algunos inconvenientes de comodidad de uso obvios, debido precisamente a la audacia del diseño. No los voy a enumerar aquí. Para colmo la casa estaba más lejos de lo que inicialmente creímos y acabamos despidiéndonos del dueño sabiendo, todos, que no volveríamos a vernos. Fin de la historia.
A la vuelta, en el coche, Margarita y yo buscábamos una salida de la desconocida carretera que nos permitiera llegar al Carrefú. Aprovechar el viaje para hacer unas compras.
Casi no me llamó la atención que se le pasara la enorme torre que en la relativa lejanía señalaba la ubicación de la gran superficie y no llegué a sospechar, pero la cosa reventó cuando hizo un único comentario: oye ¿te has fijado lo raro que olía en la casa?
Sí señor, no se había llevado las gafas. Con los habituales dos cojones.
jueves, 26 de noviembre de 2009
martes, 18 de agosto de 2009
Discriminación Positiva
Tuve casi escrito un post sobre una cena con los novios, ya esposos, a la vuelta del viaje de bodas. Lo borré. Con mi habitual envidia y mala intención criticaba el precio para la mierda de pitanza que nos habían puesto. Pero me pareció que la cosa no tenía más interes (menos aún del habitual) y lo borré. Fue en un restaurante eh... digamos con encanto pero pijo. Juer, tal vez soy redundante. Bueno, vamos a concluir que la persona que hizo de paganini (yo no, antes muerto) consideró el lugar adecuado para el alto rango de la pareja. Bueno, no, de la pareja no, de la novia, ya esposa. Pagó la suegra de ella, por si no había quedado claro.
La cosa no tendría, insisto, la mayor importancia si no fuera porque mañana toca invitar a comer al otro hermano casado del novio, hoy esposo. Éste, cuya boda también costó una pasta pero fue, sin duda, de menos categoría, no ha pegado ningún barguetazo. Todo lo contrario. Ha ido a dar con una chica de familia numerosa venida a menos, floja como un muelle de guita, que no vale para nada y que, naturalmente, su suegra no la traga. Comerán en el merendero del pueblo. No podía ser de otra manera.
Justicia distributiva, creo que se llama el concepto.
P.S.: La excusa: que se ha quedado tiesa después de los gastos (normal, estaba cantado). Aunque por alguna razón que escapa a mi ruda sensibilidad masculina, algo de la culpa de que acaben (yo no iré) en un restaurante de mala muerte la tengo yo.
lunes, 10 de agosto de 2009
Ya han vuelto
Ya han vuelto los novios, ahora esposos, de su viaje a Las Maldivas ¡Nada menos!
Casi dos semanas haciendo... nada. Nada de nada. Quiero decir nada que no hubieran hecho antes. Nada.
Ni excursiones, ni monumentos, ni actividad alguna, bueno, algo de buceo (acompañados de monitor, ¡menuda aventura!) para hacerse la foto. Y es que el sitio no tenía nada que ver, no han salido del "resort" o como se diga eso. Todo lo que comentan es que si les limpiaban la habitación dos veces al día, que si deberían aprender los hosteleros españoles de los hosteleros maldivos (¿se dice así?), que si vieron en cueros a la inglesa que tenían en el bungalow de al lado, o que barato el tabaco y caro el alcohol; sorprendente en un país islámico. Resumiendo: han ido a gastar pela, no importa en qué. Un nivelazo.
Ellos que son tan ecologistas, ¿cuántas toneladas de dióxido de carbono se han emitido para llevarlos allí? porque para lo que han estado haciendo, se podían haber ido a Tenerife. O a un balneario en Mondoñedo que les pilla aquí mismo. Pero claro, ir a Tenerife es de pobres, de eso no se presume ante nadie y de eso va la cosa.
Lo que me voy a reir si aguanto un poco.
domingo, 2 de agosto de 2009
To have and to have not... flowers
Queridos parroquianos, éste su humilde servidor, el que limpia la mierda, fue el encargado de llevar al novio y a la madrina al acontecimiento planetario: La Boda De La Niña. No me pregunten por qué. Si alguna vez lo suelto, será en estado de coma etílico.
El caso es que los llevé en mi coche. El mío, el único que tengo, sí, ése que si lo pido más barato iría a pedales. ¡Después de tanto beemeuve y tanta polla!
Me habían dicho algo de ponerle flores al coche, pero se ve que no había asumido el asunto en toda su mismidad. Vamos a contarlo:
Llevo el coche recién lavado (por mí, a mano) a la puerta de la casa y una tía desconocida y un hermano del novio, bajo la atenta mirada de la abuela, comienzan a fijar con celofán adhesivo, a la altura de los picaportes, unos ramos de verdolagas envueltas en tul capaz, cada uno, de satisfacer el apetito de un pequeño rebaño de cabras hambrientas.
¡Virgen Santa, que vergüenza me entró por el cuerpo! Ahora entiendo aquello de mi madre: "es más cursi que un catre con perinolas".
Con el oremus más perdido que la batalla de Trafalgar, volé hecho una moto a la escena del crimen (estético), arranqué de un tirón una de las verdolagas y ordené que retiraran las demás; que aquello era ridículo.
Oyes, lo que es la propiedad privada. Y la sorpresa. Obedecieron sin rechistar. Pusieron todo el forraje en la bandeja trasera del coche, con mi permiso, y ahí se quedó.
Como es natural, entre ésa y otras cosas que no cuento, el viaje hasta el lugar del Magno Acontecimiento Planetario disfrutó de un ambiente... ehhh... ahhh... vamos a decir algo espeso. Pero me desvío del asunto, lo importante es que:
El novio llegó sin flores.
Termino ya el relato: para llevar a la novia, el Rey de Oros alquiló un Rolls. Sí, queridos amigos !no me digan que les extraña! El coche probablemente iría cargado de flowers. Miles de flowers rodeando a la más hermosa de todas ellas. La llegada habría de ser espectacular. Nada es demasiado para La Niña del magnate.
El caso es que hasta entre los ricos hay clases. Y ya tengo dicho que estos ricos -que lo son y mucho- son de la clase de abajo. Y las empresas que se dedican a arrendarle servicios a éstos los tienen bien calados. También lo tengo dicho (véase lo del tío que corta el jamón).
Sigo: si a Botín le alquilan un Rolls para llevar a la niña al casorio, el Rolls va revisado. Y, si me apuran, detrás va otro por si las moscas. Naturalmente el Rey de Oros no es Botín, es más bien un mindundi con dinero. El Rolls se averió por el camino. Se quedó tirado. Con La Niña y su padre dentro y las flowers por fuera. Nadie nos contará jamás como eran sus caras en ese glorioso momento, la de La Niña y la del Rey de Oros. Nadie. Pero las podemos imaginar.
Sigo: si a Botín le alquilan un Rolls para llevar a la niña al casorio, el Rolls va revisado. Y, si me apuran, detrás va otro por si las moscas. Naturalmente el Rey de Oros no es Botín, es más bien un mindundi con dinero. El Rolls se averió por el camino. Se quedó tirado. Con La Niña y su padre dentro y las flowers por fuera. Nadie nos contará jamás como eran sus caras en ese glorioso momento, la de La Niña y la del Rey de Oros. Nadie. Pero las podemos imaginar.
Detrás iba algún familiar con un coche... sin flores. Recogieron a los náufragos y los acercaron al lugar del Magno Acontecimiento Planetario. Pero,
La novia llegó sin flores.
Pura justicia poética.
viernes, 24 de julio de 2009
El Tío Que Corta EL Jamón
Todo a punto para la ceremonia del siglo. La boda de la niña. Los salones gran lujo, las flores, el menú, los centros de mesa, trajes, regalos, autobús para la vuelta de beodos, fotos, fotógrafo...
Pero el padre de la niña descubre que... ¡no han previsto al tío que corta el jamón! ¿Cómo es posible que en la primera boda de mi única hija no haya un tío cortando jamón? Intolerable.
Dos llamadas de teléfono y ya está arreglado. En el magno acontecimiento habrá un "rincón del jamón" y, naturalmente, allí, en medio, un tío cortando el jamón.
Es una obviedad decir que en la empresa que tienen contratada para la ceremonia deben tenerle la medida muy bien tomada a esta clase de gentuza. Y, claro, además del "rincón del jamón" ha aparecido un "rincón del Moët", lo cual no estaba previsto. ¿Habrá también, allí, en medio, un tío descorchando el Moët? ¡qué preguntas tengo! pues claro.
Los dos "rincones" los paga el rico, él solo, de su profundo bolsillo. Ya le saca al menos una de ventaja a los pobres. ¿Casualidad? ¿Intencionado?
En realidad soy un mal pensado. En esto todo, y todos, son inocentes.
Y muy, muy horteras.
Una última cuestión: ¿se habrán dado cuenta que haría falta poner también "el rincon del Chandon"?
jueves, 23 de julio de 2009
Indecencia
Una aclaración previa: cada uno con lo suyo puede hacer lo que le pete. La única limitación razonable es que lo haga sin causar mal a nadie. Un mal físico, tangible.
Me habían hecho creer, o yo me había creído, que el costo por barba del festejo iba a ser de cien euros. Y me parecía un disparate. Nunca aprenderé; ya lo tengo dicho. Serán ciento setenta euros por cristiano.
Ciento sesenta invitados, a ciento setenta euros por barba: veintisiete mil euros. Fundidos en un rato. A mayor gloria de la niña. Y de los horteras de sus padres.
El dinero está para gastarlo. En lo que el dueño quiera. Lo que es indecente es consentir que lo gaste quien no puede hacerlo. Y más aún si aprecias al pagano. Está claro a quién señalo. La parte de los pobres que más cerca me pilla va a aportar al sarao la curiosa cantidad de cuatro mil y pico de euros. Aparte las flores y quién sabe qué más.
No había más que una persona que podría y debería haber parado esto: el novio. No lo ha hecho. Y no ha sido por vergüenza. De eso estoy seguro.
La fuerza del cariño.
Lo dicho: indecente.
viernes, 10 de julio de 2009
Objetores
No me lo esperaba. De los que dijeron que asistirían a la boda, hay dos ahora que dicen que no. Sorprendente por un lado, razonable por otro.
Sorprendente porque cuesta perderse un circo y más si ya has pagado. Con el regalo. Y ciertamente esta boda -la ceremonia- lo va a ser. Como lo fue la pedida. A mi juicio, claro está, que habrá otros -cientos, miles- a los que les parecerá todo normal.
Razonable porque a uno de los objetores (objetora en este caso) se la llevan los demonios contemplando el pelotazo, digo el braguetazo. Por pura envidia, está claro: para pasar un mal rato, mejor no ir.
El otro objetor es el marido de la anterior y padre de los hijos de ambos, así que su absentismo es, me temo, obligado.
Se me olvidaba: la excusa ha sido que no tienen dónde dejar a los niños.
El tercer objetor es el abuelo del novio. Comunista de la vieja escuela, estalinista furibundo y machista, amargado al no comprender que los demás hayamos ignorado el paraíso que nos prometían los suyos, parece razonable que no asista a cosa de tanto lujo, a algo tan burgués, tan capitalista. Sin embargo las inexplicadas razones bien podrían ser otras.
Y hay, al menos, un cuarto objetor en ciernes: yo.
Siempre me pareció imposible escaquearme sin armar un cristo dada mi situación en el circo: soy el que limpia la mierda. Pero tal vez haya una posibilidad...
jueves, 2 de julio de 2009
El negocio
El casorio que aquí relato es un caso típico de braguetazo. Muertohambre que se casa con niña rica. El gran golpe. La vida resuelta.
Pero no lo veo tan claro.
Antiguamente el matrimonio no se podía disolver o, al menos, hacerlo era muy difícil. Pero ahora no. Y este factor le da un giro gordo al asunto.
Antes, cuando te casabas con una niña rica, con cuartos, los tenías pillados a todos. A la niña y a sus padres. Aquéllo no tenía marcha atrás y la única forma de que la niña no padeciera era tenerte a tí contento. Para colmo el régimen matrimonial habitual era de gananciales por lo que cuanto más tiempo transcurriera más gorda era la pelota.
Ahora darte la patada es fácil. Facilísimo si, para colmo, eres un tío. El chantaje es al revés: oye, capullo, ándate con tiento o todo esto que tienes a tu alrededor y que no es tuyo lo vas a perder de vista para siempre jamás.
¿Qué tenemos en nuestro caso?
El novio, futuro marido, vive en una casa que vale un pastón pero que no está a su nombre; ha metido en esa casa que no es suya un buen dinero (para él) en muebles que difícilmente podría sacar de ahí en caso de conflicto o, que si los saca, habría que ver en qué condiciones o dónde los mete o ambas cosas.
Por otro lado y hasta el momento, que yo sepa, los futuros suegros no han movido un dedo por mejorar la situación digamos económico-laboral del figura. Le han pagado viajes muy caros, le han "prestado" el coche de la hija y alguna que otra cosa pero no han hecho nada para que aumente su nivel de ingresos mediante su trabajo. Y creo que podrían hacerlo. Tal vez después de la boda. Tal vez.
Si la situación sigue como hasta ahora, el novio, futuro marido, va a tener que cogérsela con papel de fumar. Tendrá que aguantar todo lo que le echen y más. No tiene otro salida. Bueno sí: largarse.
Total, dependencia absoluta y eterna de su mujer y sus suegros. Igual que una mascota, que el perrito, que el gatito. Es lo que le han puesto a la niña, el osito de peluche del que se encaprichó. Pero en esto el más tonto hace relojes y la cadena que le han colocado al cuello es del mejor acero. La nueva vida de esta especie de pijoaparte, que no su nueva situación económica, que es la misma de antes, no se la harán pagar con dinero pero tal vez lo desearía.
Lo tengo dicho anteriormente. No le arriendo la ganancia.
viernes, 26 de junio de 2009
Los Muebles
Me llamaba la atención que cada vez que aparecía el novio por mi casa, solo o acompañado y desde hacía más de un año, la conversación pasaba, más tarde o más temprano, por Ikea.
Lo guay que eran los muebles de Ikea, la alta calidad de sus acabados (?), su diseño tan avanzado, tan limpio, tan a la última. Se alababa cuán al día estaban de las tendencias de la moda del mueble.
Qué raro me resultaba aquello. Pensaba que era puro snobismo. Que Ikea estaba de moda y en eso éstos pretenden estar a la última. Pronto se les pasaría, creía yo, en cuanto las amistades y conocidos (de ellos) dieran el tema por demodé y ya no fuera "cool" tratar el tópico.
Un capítulo más de mi oceánico desconocimiento de las costumbres humanas, es decir de las costumbres más extendidas entre mis semejantes, es el que trata de la liturgia de un casorio de manual. Y es que resulta ¡que los muebles los compra el novio! Yo eso no lo sabía. Cuando me casé no teníamos casa para meter muebles y cuando la tuvimos los fuimos comprando poco a poco por orden riguroso de "imprescindibilidad" y en completo régimen de gananciales.
Pues resulta que eso no se hace así. Los muebles los compra el novio. ¡Ahí estaba la clave de tanta loa a Ikea y a su señora y sueca madre!
En eso y en el notable detalle, ya comentado en este bló, de la "tiesez" económica del novio. El pobre hombre estaba vistiendo el muñeco. Ikea, si uno se empeña, es muy, muy barato. Pero claro, si uno se desenvuelve entre beemeuves, veinte mil leguas de viaje a donde sea y casoplón, no puede explicar que se compra los muebles en Ikea por la sencilla razón de que o se los compra ahí o en Conforama o se sientan a comer en el suelo de gres de diseño.
Los muebles están comprados en Ikea y puestos. Ya no se habla de Ikea. Ya no hace falta.
Se me olvidaba: los electrodomésticos los ha pagado la madre del novio íntegramente. Desconozco cuánto ha puesto para lo de Ikea.
lunes, 22 de junio de 2009
La pedida (II)
A estas cosas uno creía que asisten pocas personas. Seis, para ser exactos. ¿No?
Pues no: catorce, incluyendo una niña de seis años, que acabó durmiendo acostada en dos sillas, y un bebé de meses.
¿De dónde pueden salir tantos? –se puede preguntar uno-. Estas son las cuentas:
La madre y el padre del novio, el novio propiamente dicho, sus dos hermanos, la mujer de uno de ellos y los dos hijos del matrimonio. Ocho.
Del otro bando: La novia, la madre y el padre, una tía (hermana del padre) y su marido (el gordito) y otro tío. Seis.
Qué pintaba allí toda esa tropa, jamás lo sabremos.
Lo gracioso es que los ricos se emperifollaron a tope. ¿Qué no se pondrán el día B, el de la boda? Destacó, según relato de la madre del Figura, la tía de la novia quien ganó el premio a la espectacularidad… y al ridículo. Vestido de Adolfo Domínguez comprado para la ocasión -ya se encargó ella de decirlo- con un lazo en la barriga que, según las crónicas, llegó al evento casi cuatro minutos antes que su portadora. El vestido, cuentan, hubiera estado bien para una quinceañera, pero no tanto para una cincuentona. Los zapatos y el bolso a juego, de lentejuelas de papel albal. O así, qué malas son las mujeres cuando hablan unas de otras.
Los de nuestro bando iban de trapillo. Lo que estarán rajando los arreglaos. Se lo deben de estar pasando bomba. A eso fueron. A que se notara bien lo ricos que son.
Los regalos:
El regalo de la novia ya lo he descrito. No había dicho nada del regalo del novio porque no lo conocía, claro está.
Apareció la futura suegra con una caja como para unas botas de esquí del 43. ¡Y de allí salió un reloj de pulsera! ¡Un reloj de pulsera en una caja como para dos o tres ensaimadas mallorquinas! Del reloj no sé mucho, tal vez pueda contar algo en próximas entregas.
Como estaba previsto, el festín lo pagaron los ricos. Bueno, el padre rico, que tuvo mucho cuidado en hacerlo en recepción, bien a la vista de todo el mundo (la cosa fue en un hotel), firmando un recibo. Nada de Visa o pelas, que se vea que el Sr. tiene cuenta en la casa.
A estas alturas del relato podríamos tener una clave para entender todo esto. ¿Por qué le ha tocado la lotería a este? Al novio, digo. Pues porque no podía ser de otra manera. Los padres de la novia son unos nuevos ricos. Unos nuevos ricos de libro. Y claro, a los ricos viejos, a los que mearon alfombras, no llegan. No pueden llegar, no hay más que verlos en acción. Jamás habrían podido casar a la niña con el hijo de ninguna familia de las de debó. Esto que están comprando -insisto, comprando- es a lo más que pueden llegar: Un desgraciao con buena pinta que dé el pego.
Lo cual me lleva a otra consideración: no le arriendo la ganancia. Al desgraciao me refiero, naturalmente.Pero de eso ya hablaremos otro día.
miércoles, 17 de junio de 2009
La Pedida
Nadie se la esperaba. De sopetón. Aviso sorpresa del novio: tal día es la pedida.
Joder, llevan metiéndose en la cama juntos un par de años y nada menos que en la habitación de al lado del dormitorio de los padres de ella. ¡Han podido contarles los polvos! ¿Qué coño (en sentido literal) hay que pedir que no se haya concedido ya?
No será en casa de la novia. Restaurante de postín, así que supongo que pagarán los ricos. Allí se verán los futuros consuegros por segunda o acaso tercera vez en todo el noviazgo.
Lo tradicional es que los "pedidores", los padres del novio, hagan un regalo a la novia. Algo de la tienda del joyero. Supongo que para compensar lo que le va a caer encima a la pobre. Pues el asunto es peliagudo: ¿qué joya se le puede regalar a alguien que tiene mil veces más dinero que tú?
Tengo que confesar que no sé lo que han hecho, ni sé exactamente cuánto se han gastado. Sé que la compra ha sido por separado. El regalo de la madre, un anillo, se ha conseguido sacrificando una joya familiar. Y me han dicho que el regalo del sablista lo ha comprado el novio, acompañado de la madre, con dinero previamente entregado por su padre.
No me lo creo. Lo que sí sé es que el sablista pretendió que el novio adelantara el parné. No lo consiguió: en primer lugar porque el novio lo conoce ligeramente y en segundo porque está más tieso que la mojama. ¿De dónde habrá salido ese dinero? ¿A quién le habrá dado la estocada? No me atrevo a escribir lo que sospecho.
No me lo creo. Lo que sí sé es que el sablista pretendió que el novio adelantara el parné. No lo consiguió: en primer lugar porque el novio lo conoce ligeramente y en segundo porque está más tieso que la mojama. ¿De dónde habrá salido ese dinero? ¿A quién le habrá dado la estocada? No me atrevo a escribir lo que sospecho.
martes, 16 de junio de 2009
La Casa
Naturalmente propiedad de los padres de ella. Y de ellos sigue siendo. Es otro aviso a navegantes. Por si no hubiera quedado claro de qué va el juego y sus reglas.
Urbanización de ricos pero no es un chalet. Unifamiliar adosado, de unos 15 años de antigüedad, nunca antes utilizado como vivienda. Pero claro, hay que hacer reformas. No vamos a meter a la niña en una casa vieja. Si va a enseñar al marido a las amistades ¿no va poder presumir también de casa?
La divisa no podía ser otra: "que no falte de ná". No hay límite de gasto. Pagan los padres de la novia. A fin de cuentas invierten en su propia casa; son ricos, no tontos. Por eso lo son, porque no son tontos.
Imposible no contratar a un arquitecto de interiores; bueno, quiero decir, un maestro albañil maricón reciclado en decorador (es curioso este mundo nuestro). Dicen que es bueno; al menos está bien considerado en ciertos ambientes pijoprogres de tercera.
El proyecto ha costado 15000 leuros en números redondos. La obra, ejecutada por el mismo artista del diseño, ha debido multiplicar varias veces esa cantidad. Total una fortunita.
Ha quedado a la última. Muy bien. Exteriores e interiores. Se ha remozado todo. Minimalismo a tope, materiales de última generación. Modernísimo. Superguay.
Lástima que concluida la obra hayan descubierto que la casa carece de aislamiento térmico. Son cosas que pasan. Tal vez papá y mamá paguen, también, la factura del aire acondicionado y calefacción. Que no se note lo que me alegro.
domingo, 14 de junio de 2009
Él
Un tarambana. En certeras palabras de su abuelo, va de sobrao. Es una mala persona.
Alto, guapo, no tiene un duro. Hijo de un matrimonio que nunca fue, padres separados y venidos a menos. El padre, a quien clona, es un gandul; sablista de libro, se le podría encontrar, si se perdiera, siguiendo el rastro de deudas impagadas. La madre, víctima de todos, ha trabajado como una negra para salir del pantano donde la dejó el marido. Contempla la boda, que le está costando un pastón, con sentimientos encontrados.
¿Estudios del niño? no se le conocen. Más bien no los tiene: la ESO y tal vez algo de formación profesional. Hace fotos. Sin domicilio fijo. Vago. Después de mil vueltas, picando aquí y allá monta, al segundo intento, un chiringuito con unos amiguetes y venden publicidad: carteles, vallas, páginas güeb, lo que pillan. Trabaja poco y a salto de mata, lo que sale; aparentemente va tirando, tal vez con alguna ayuda externa. Va justito.
Moderno a rabiar. Superguay. De izquierdas por tradición familiar, ejerce de pijo sin titulación.
La boda es el negocio de su vida y lo sabe. Sus propios suegros, al tanto de todas sus circunstancias, se lo han hecho ver clarito con toda la intención del mundo: Le han tenido viviendo en su casa (la de ellos) ocupando la misma habitación de la hija, le han pagado buenos viajes y, probablemente, alguna cosa más. Se pasea con el BMW -algo viejo- de la novia la cual ha acabado recibiendo, no sé si por capricho o en compensación por la pérdida, un coche pequeño de lo más pijo y con todos los detalles. Naturalmente pagado por sus padres.
Ella
Hija única, sus padres tienen dinero. Dinero nuevo sacado de la nada a base de trabajo, habilidad y saber aprovechar oportunidades. De no tener horas. El Padre y la madre son universitarios. Profesionales. Autónomo él, médico ella trabajando por cuenta ajena, ejercen de ricos. Y quieren que se note: Coches caros, viajes carísimos de los que se entera todo el mundo, ropa de marca, alardes y una curiosa afición por parte de él a la gamba buena, gamba a la que te invita en cuanto te descuidas porque, no se sabe muy bien el motivo, cree que es el estandarte de su poderío.
La niña es rubia, más bien baja de estatura, no es fea pero tampoco guapa: fotogénica, su cara de mofletes anchos y boca grande me recuerda -vagamente- la de una muñeca pepona. Va de pija, aunque ella lo niega, y de ecologista y progre porque es lo que toca. Moderna, aspecto cuidado, atenta a las últimas tendencias pero casi todo lo que lleva es de Zara, evidentemente porque quiere. Buenos modales, discreta, cualquier cosa que le pongas de comer te dice lo mismo: "Mmmmm ¡qué bueno!
Tiene una carrera de mala muerte (algo de publicidad y marketing) en universidad privada de las especializadas en hijos tontos de padres ricos. Jamás hubiera sacado una carrera de las de verdad en una universidad de las de verdad. Trabaja o eso dicen, por cuenta ajena, en publicidad. Su padre le está pagando un máster en nosequé. Master que iba a ser en los Estados Unidos pero que no fue. Nunca sabremos si por el gasto excesivo, porque a la niña le dio miedo o para no jorobar la boda.
Carece de talento pero tal vez lleve en la sangre el espíritu de trabajo de los padres. Se postula moderna pero de eso no tiene nada, en el fondo de su alma pretende una familia tradicional: marido del que presumir, casa con todo puesto, trabajo... tal vez quede embarazada enseguida.
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