viernes, 26 de junio de 2009

Los Muebles

Me llamaba la atención que cada vez que aparecía el novio por mi casa, solo o acompañado y desde hacía más de un año, la conversación pasaba, más tarde o más temprano, por Ikea.

Lo guay que eran los muebles de Ikea, la alta calidad de sus acabados (?), su diseño tan avanzado, tan limpio, tan a la última. Se alababa cuán al día estaban de las tendencias de la moda del mueble.

Qué raro me resultaba aquello. Pensaba que era puro snobismo. Que Ikea estaba de moda y en eso éstos pretenden estar a la última. Pronto se les pasaría, creía yo, en cuanto las amistades y conocidos (de ellos) dieran el tema por demodé y ya no fuera "cool" tratar el tópico.

Un capítulo más de mi oceánico desconocimiento de las costumbres humanas, es decir de las costumbres más extendidas entre mis semejantes, es el que trata de la liturgia de un casorio de manual. Y es que resulta ¡que los muebles los compra el novio! Yo eso no lo sabía. Cuando me casé no teníamos casa para meter muebles y cuando la tuvimos los fuimos comprando poco a poco por orden riguroso de "imprescindibilidad" y en completo régimen de gananciales.

Pues resulta que eso no se hace así. Los muebles los compra el novio. ¡Ahí estaba la clave de tanta loa a Ikea y a su señora y sueca madre!

En eso y en el notable detalle, ya comentado en este bló, de la "tiesez" económica del novio. El pobre hombre estaba vistiendo el muñeco. Ikea, si uno se empeña, es muy, muy barato. Pero claro, si uno se desenvuelve entre beemeuves, veinte mil leguas de viaje a donde sea y casoplón, no puede explicar que se compra los muebles en Ikea por la sencilla razón de que o se los compra ahí o en Conforama o se sientan a comer en el suelo de gres de diseño.

Los muebles están comprados en Ikea y puestos. Ya no se habla de Ikea. Ya no hace falta.

Se me olvidaba: los electrodomésticos los ha pagado la madre del novio íntegramente. Desconozco cuánto ha puesto para lo de Ikea.


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