viernes, 10 de julio de 2009

Objetores

No me lo esperaba. De los que dijeron que asistirían a la boda, hay dos ahora que dicen que no. Sorprendente por un lado, razonable por otro.

Sorprendente porque cuesta perderse un circo y más si ya has pagado. Con el regalo. Y ciertamente esta boda -la ceremonia- lo va a ser. Como lo fue la pedida. A mi juicio, claro está, que habrá otros -cientos, miles- a los que les parecerá todo normal.

Razonable porque a uno de los objetores (objetora en este caso) se la llevan los demonios contemplando el pelotazo, digo el braguetazo. Por pura envidia, está claro: para pasar un mal rato, mejor no ir.

El otro objetor es el marido de la anterior y padre de los hijos de ambos, así que su absentismo es, me temo, obligado.

Se me olvidaba: la excusa ha sido que no tienen dónde dejar a los niños.

El tercer objetor es el abuelo del novio. Comunista de la vieja escuela, estalinista furibundo y machista, amargado al no comprender que los demás hayamos ignorado el paraíso que nos prometían los suyos, parece razonable que no asista a cosa de tanto lujo, a algo tan burgués, tan capitalista. Sin embargo las inexplicadas razones bien podrían ser otras.

Y hay, al menos, un cuarto objetor en ciernes: yo.

Siempre me pareció imposible escaquearme sin armar un cristo dada mi situación en el circo: soy el que limpia la mierda. Pero tal vez haya una posibilidad...

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