El caso es que los llevé en mi coche. El mío, el único que tengo, sí, ése que si lo pido más barato iría a pedales. ¡Después de tanto beemeuve y tanta polla!
Me habían dicho algo de ponerle flores al coche, pero se ve que no había asumido el asunto en toda su mismidad. Vamos a contarlo:
Llevo el coche recién lavado (por mí, a mano) a la puerta de la casa y una tía desconocida y un hermano del novio, bajo la atenta mirada de la abuela, comienzan a fijar con celofán adhesivo, a la altura de los picaportes, unos ramos de verdolagas envueltas en tul capaz, cada uno, de satisfacer el apetito de un pequeño rebaño de cabras hambrientas.
¡Virgen Santa, que vergüenza me entró por el cuerpo! Ahora entiendo aquello de mi madre: "es más cursi que un catre con perinolas".
Con el oremus más perdido que la batalla de Trafalgar, volé hecho una moto a la escena del crimen (estético), arranqué de un tirón una de las verdolagas y ordené que retiraran las demás; que aquello era ridículo.
Oyes, lo que es la propiedad privada. Y la sorpresa. Obedecieron sin rechistar. Pusieron todo el forraje en la bandeja trasera del coche, con mi permiso, y ahí se quedó.
Como es natural, entre ésa y otras cosas que no cuento, el viaje hasta el lugar del Magno Acontecimiento Planetario disfrutó de un ambiente... ehhh... ahhh... vamos a decir algo espeso. Pero me desvío del asunto, lo importante es que:
El novio llegó sin flores.
Termino ya el relato: para llevar a la novia, el Rey de Oros alquiló un Rolls. Sí, queridos amigos !no me digan que les extraña! El coche probablemente iría cargado de flowers. Miles de flowers rodeando a la más hermosa de todas ellas. La llegada habría de ser espectacular. Nada es demasiado para La Niña del magnate.
El caso es que hasta entre los ricos hay clases. Y ya tengo dicho que estos ricos -que lo son y mucho- son de la clase de abajo. Y las empresas que se dedican a arrendarle servicios a éstos los tienen bien calados. También lo tengo dicho (véase lo del tío que corta el jamón).
Sigo: si a Botín le alquilan un Rolls para llevar a la niña al casorio, el Rolls va revisado. Y, si me apuran, detrás va otro por si las moscas. Naturalmente el Rey de Oros no es Botín, es más bien un mindundi con dinero. El Rolls se averió por el camino. Se quedó tirado. Con La Niña y su padre dentro y las flowers por fuera. Nadie nos contará jamás como eran sus caras en ese glorioso momento, la de La Niña y la del Rey de Oros. Nadie. Pero las podemos imaginar.
Sigo: si a Botín le alquilan un Rolls para llevar a la niña al casorio, el Rolls va revisado. Y, si me apuran, detrás va otro por si las moscas. Naturalmente el Rey de Oros no es Botín, es más bien un mindundi con dinero. El Rolls se averió por el camino. Se quedó tirado. Con La Niña y su padre dentro y las flowers por fuera. Nadie nos contará jamás como eran sus caras en ese glorioso momento, la de La Niña y la del Rey de Oros. Nadie. Pero las podemos imaginar.
Detrás iba algún familiar con un coche... sin flores. Recogieron a los náufragos y los acercaron al lugar del Magno Acontecimiento Planetario. Pero,
La novia llegó sin flores.
Pura justicia poética.
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